Ser conscientes de cómo empleamos nuestro tiempo nos ayudará a establecer hábitos más adecuados para conseguir un uso más eficaz del mismo.
Para ello, examinaremos lo que hacemos realmente, lo que deberíamos hacer y lo que creemos que hacemos.
En resumen, establecer una línea base nos permite:
— Conocer el tiempo empleado en las diferentes tareas.
— Identificar las dificultades que tenemos.
— Plantear los objetivos a alcanzar.
— Establecer los cambios a introducir.
Una vez tenemos toda la información, podemos sacar conclusiones acerca de los hábitos que debemos modificar y los que nos conviene reforzar. Si sabemos dónde y cómo estamos desaprovechando el tiempo y hemos definido nuestros objetivos, podremos planificar las actividades y, programar el tiempo que debemos dedicarles de una forma mucho más adecuada.